En realidad, la ceremonia ortodoxa es muy similar al rito católico pero existen pequeñas diferencias.
La ceremonia se inicia con los invitados esperando fuera de la iglesia junto con el novio, quien tiene el ramo de flores de la novia. Cuando llega la novia, el prometido le hace entrega del arreglo floral y cogidos del brazo, proceden a entrar a la iglesia seguidos por los invitados.
Tradicionalmente, la iglesia elegida donde se celebra el acto, es la misma donde se hizo la pedida de mano.
Uno de los rituales más característicos de este tipo de bodas, es la "imposición de coronas", cuyo intercambio convierte a los novios en dueños absolutos de sus vidas y reyes de la creación.
El sacerdote bendice a los novios y les intercambia las coronas tres veces, para sellar su unión.
Tras la imposición de coronas, los novios dan tres vueltas al altar representando los primeros pasos de la pareja como casados.
Llega el momento más especial, el intercambio de los anillos. Estos son colocados en el tercer dedo de la mano derecha. En la Antigüedad, se creía que una vena especial conectaba el dedo de dicha mano con el corazón y claro este órgano simboliza el amor y la fidelidad. Es en este momento cuando el padrino intercambia los anillos tres veces simbolizando que en la vida de casados cuando surjan debilidades, ambos se compensarán con su fuerza.
Al finalizar la ceremonia, los invitados cantan una melodía a la vez que lanzan el arroz en son de celebración.
En las bodas ortodoxas, al igual que en las católicas, se regala un pequeño obsequio como recuerdo a todos los invitados. Es tradición que los ortodoxos regalen un souvenir que lleve dentro un sin fin de almendras dulces simbolizando que la pareja jamás podrá ser separada por nada ni nadie.
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