Fue la frase que dijo Mario en plena ceremonia a sus padres y que nos dejo a todos con los pelos de punta.
Y es que el pequeño fue el padrino de su madre y Sofía que parecía una princesita aquel día la madrina de su padre.


Fue un momento mágico y lleno de ternura que salió como nos lo esperábamos, de cine.
Nos desplazamos hasta Iniesta, donde se encuentra la Finca Carril Cruzado, una bodega restaurada llena de viñedos a su alrededor.
En la ceremonia pusimos un córner de arroz y pétalos naturales además de un cartel de bienvenidos. También acomodamos a los lados de la entrada dos estructuras doradas llenas de flores naturales que indicaban la entrada a la novia. En cada fila de sillas pusimos unos jarrones de cristal con paniculata blanca y azul, llenos de agua que nos refrescaban con solo mirarlos, la idea era crear un "pasillo" por el que pasarian los novios. Para simular el altar creamos un arco dividido de salix, rosa blanca, gérbera y paniculata con dos maceteros enormes a los lados.


En el banquete quisimos resaltar la mesa de los novios ¿Cómo lo hicimos? Fácil, usando el mismo tipo de flores que pusimos en la ceremonia. A sus espaldas un gran arco circular dorado decorado con rosas blancas, gérbera, paniculata y eucalipto... a los laterales.